Habitualmente pensamos en el sexo como una actividad placentera,
excitante, incluso divertida. Sin embargo, la práctica sexual es muchas
veces el escenario de agresiones abiertas, luchas por el poder o
sabotajes sutiles.
¿Cómo es entonces que se contamina tanto un momento que, se supone, es para el disfrute más íntimo entre los dos?
A veces, sobre todo en el caso de las agresiones más evidentes, se
expresan en la cama conflictos, malos entendidos y diferencias que
provienen de otros ámbitos de la relación. Insultar o criticar a la
pareja porque no llega al orgasmo, no puede controlarse o no tiene una
erección, quizás responda a que en el fondo no se siente complacida en
otros aspectos, o no se ha resuelto una infidelidad.
También conocemos situaciones vinculadas con el poder, es decir la
necesidad de tener el dominio de la relación. El comportamiento sexual
abiertamente activo y dominante, que impide la expresión de las
necesidades sexuales de la pareja, puede obedecer precisamente al deseo
de “tomar las riendas”, aunque sea en ese aspecto. O no ceder ante algún
tipo de actividad sexual que para la pareja es importante (como es el
caso del sexo oral para los hombres) posiblemente obedezca a que ella
quiere compensar por medio del sexo el poder que él tiene y hace notar
en otro aspecto, por ejemplo la economía.
Finalmente, los sabotajes sutiles suelen ser un mecanismo de defensa
típico de disfunciones sexuales que llevan a evitar aquello que tanto
tememos: el fracaso sexual. Si un hombre cree que va a fallar a la hora
de tener una erección, puede buscar maneras de que el acto sexual de
postergue todo lo posible. Si una mujer no tiene deseo sexual, evitará
por todos los medios llegar a ese punto ya que le produce malestar.
Así
es como se provocan peleas justo cuando era inminente un acercamiento
físico, se toma una copa de más, se “inventan” reuniones sociales o
familiares en momentos de posible intimidad, se descuida la imagen o la
higiene, o se trata de terminar lo más rápido posible con el acto sexual
para “sacarse el compromiso de encima”.
Cuando captamos estos sabotajes en la cama, pensemos que son el
comienzo de círculos de distanciamiento y agresividad sexual crecientes.
Identificarlos a tiempo, investigar cual es el miedo o conflicto
subyacente y promover el cambio es absolutamente necesario para no dañar
la relación de pareja en general y la erótica en particular.
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