Levanta nuestra autoestima, nos relaja, nos divierte... Hacer el amor
nos hace bien en todo sentido. En esta nota, un reconocido sexólogo nos
deja un "top 12" de las bondades del placer de a dos compartido bajo
las sábanas.
Sabemos que “bien” en sexualidad significa lo mejor para cada uno y
su pareja, no para lo que opinen los demás. Hacer el amor con
sinceridad, deseo, confianza, entrega y receptividad constituye una
válvula de escape para las tensiones acumuladas, es gratificante,
auspicia la exteriorización de emociones y sentimientos, educa y
complace los sentidos, equilibra el sistema nervioso y glandular,
levanta el ánimo, incrementa la autoestima, relaja e inspira. En suma,
nos permite beneficiarnos en todos los planos. ¿Revisamos la lista?
1-Diversión. La
práctica sexual requiere energías pero distintas –diversas- de las que
aplicamos al trabajo, los problemas y los compromisos; por eso, en lugar
de agotarlas, las repone. No hay que hacer el amor por obligación, ni
obligarse a hacerlo para descomprimirse. Hay que elegirlo porque los dos
tienen ganas y, ahí, funcionará como ansiolítico y antidepresivo de
amplio espectro.
2-Metas, sueños y proyectos. La
seducción, la estrategia de conquista, la responsabilidad de complacer,
el plan de construir –una noche de pasión, una relación, una pareja,
una familia- que se ponen en juego en el deseo, la atracción y el amor,
constituyen un entrenamiento para buscarle la meta a todo esfuerzo y dar
sentido al futuro, aún el inmediato.
3-Recompensas. La
vida tiene sus arideces: dificultades económicas, frustraciones,
enfrentamientos, peleas, injusticias… El ejercicio de la sexualidad es
un remanso que alivia y recarga las baterías, rearma para la siguiente
batalla. Además, cada vez que hacemos el amor recibimos recompensas
específicas: placer, aprobación, gratitud. No hay que desestimarlas
porque son un nutriente básico.
4-Percepción consciente. La
vida tiene, también, muchísimas cosas buenas que no siempre apreciamos.
El amor aguza los sentidos, entrena en la percepción de estímulos
–aromas, imágenes, sabores, sonidos-, cuyos efectos se multiplican al
asociarse y ayuda a reconocer los mensajes secretos de la mente y el
cuerpo.
5-Autoestima. El interésen
gustar lleva a esmerarse en el cuidado personal… Y esmerarse en el
cuidado personal refuerza la autoestima. Verificar que uno es capaz de
complacer, alegrar, conmover, despertar admiración, cariño, deseo,
brinda confianza en sí mismo. Esa confianza excede los límites de un
encuentro sexual.
6-Descanso y relajación. La
excitación y el placer son el reposo del guerrero: distraen de
preocupaciones, relajan los músculos y los nervios, descargan tensiones,
dan tregua al cerebro, equilibran las secreciones neuroquímicas,
levantan el ánimo, oxigenan, activan la circulación. Incluir los masajes
mutuos –en la espalda, la cabeza, los pies- entre los juegos amorosos
previos o posteriores al orgasmo completa un verdadero tratamiento de
SPA. (¿Sabías que el amor es un muy buen analgésico de dolores debidos a
la tensión o cansancio?).
7-Ejercicios físicos. ¡Claro
que sí! ¿Acaso en la cama no se ponen en movimiento los músculos y las
articulaciones? ¿Acaso la sexual no es una gimnasia aeróbica? ¿Acaso no
se queman un montón decalorías en una hora de pasión?
8-Ejercicios mentales. Las
fantasías, las tácticas de seducción, los juegos sexuales, la invención
de personajes y situaciones, la producción de climas románticos, la
anticipación y los ensueños agilizan la mente, mantienen despierta la
creatividad y la imaginación.
9-Estibar la carga.
Poner cada cosa en su lugar, despeja, aliviana, ordena. Si aprendés a
sacarte las tareas pendientes, las demandas, el reloj y las angustias
junto con la ropa, después de hacer el amor verás cómo –mágicamente- ha
quedado un montón de espacio libre y limpio en el cerebro y el corazón.
10-Hacerse responsable. Cuando sucede una falla sexual, la primera
es echarle la culpa al compañero. Esa actitud, aunque suene
contradictorio, genera culpa porque –en el fondo- uno sabe que no es
cierto y que, en lugar de enfrentar el problema, lo está disfrazando y
trasladando, con lo cual difícilmente podrá solucionarlo.
11-Desarrollar la resiliencia. La
capacidad para asimilar y superar la adversidad tiene que ver con la
personalidad forjada en la primera infancia, pero es posible
incrementarla voluntariamente. La frustración sexual o sentimental, si
uno se lo permite, si se abandona a ella, es capaz de contaminar todos
los planos de la vida con una sensación de fracaso e invalidez general.
Pero como alude a un aspecto tan sensible, a la vez puede transformarse
en el impulso más poderoso para corregir, también en todos los planos,
el modo de enfrentar los contratiempos.
12-Comunicarse. El
acto sexual es comunicación, la más íntima y completa que existe.
También la oportunidad ideal para ensayar todos los lenguajes –el de las
miradas, las caricias, las palabras, las sonrisas-, expresar todas las
emociones y aprender a pedir y a negarse, a preguntar y a dar, a ofrecer
y a recibir, a compartir y a confesar. Desnudarse frente a otro desnuda
ante uno mismo, comunica con las propias memorias, aclara conflictos,
libera, revela.
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